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SALMO 41 PARA ABRIR CAMINOS Y PARA PAGAR TU DEUDA

Miguel Benedetti

El Salmo 41 es una hermosa oración que nos brinda la oportunidad de pedir ayuda divina y agradecer por las bendiciones recibidas. Este salmo ha sido utilizado tanto en la tradición judía como en la cristiana para buscar protección y alivio en momentos difíciles.

Comienza con una bendición para aquellos que ayudan a los necesitados, recordándonos la importancia de ser compasivos y solidarios. Luego, el salmista suplica al Señor por su sanación y pide ser liberado de los enemigos que le acechan. Finalmente, se promete alabar a Dios por su bondad y misericordia.

En la tradición cristiana, este salmo se utiliza especialmente durante la Semana Santa, momento en el que recordamos el sacrificio de Jesús en la cruz. Además, es una poderosa oración para buscar sanación y protección contra enfermedades y opresiones.

Si te encuentras en una situación de deudas que parecen imposibles de pagar, te invito a utilizar el Salmo 41 como una herramienta de ayuda divina. Deja que resuene en tu hogar 33 veces, como símbolo de la era de nuestro Señor Jesucristo. Esto ayudará a purificar el ambiente y a despejar las energías negativas que te impiden prosperar.

Te animo a escuchar este hermoso salmo todos los días y a observar cómo los milagros comienzan a suceder en tu vida. Después, regresa a los comentarios y comparte tus experiencias, ya que tu testimonio será una bendición para otros.

Recuerda que este es el canal Atraer.net y hoy estamos aquí para santificar tu hogar con el poder del Salmo 41. Te invitamos a suscribirte, darle laik al video y dejar tu testimonio en los comentarios.

¡Comencemos ahora a escuchar el Salmo 41, 33 veces!

SALMO 41 PARA ABRIR CAMINOS Y PARA PAGAR TU DEUDA

Oración de un hombre enfermo

Del maestro de coro. Salmo de David.

Dichoso el que piensa en el débil y pobre;

el Señor lo librará en tiempos malos.

El Señor lo protegerá,

le dará vida y felicidad en la tierra,

y no lo abandonará al capricho de sus enemigos.

El Señor le dará fuerzas en el lecho del dolor;

¡convertirá su enfermedad en salud!

Yo he dicho:

«Señor, tenme compasión;

cúrame, aunque he pecado contra ti.»

Mis enemigos me desean lo peor:

«¿Cuándo morirá y se perderá su recuerdo?»

Vienen a verme, y no son sinceros;

guardan en su memoria todo lo malo,

y al salir a la calle lo dan a saber.

Los que me odian se juntan y hablan de mí;

piensan que estoy sufriendo por mi culpa,

y dicen:

«Su enfermedad es cosa del demonio;

ha caído en cama y no volverá a levantarse.»

Aun mi mejor amigo, en quien yo confiaba,

el que comía conmigo, se ha vuelto contra mí.

Pero tú, Señor, tenme compasión;

haz que me levante y les dé su merecido.

En esto conoceré que te he agradado:

en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.

En cuanto a mí, que he vivido una vida sin tacha,

tómame en tus manos,

manténme siempre en tu presencia.

¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

ahora y siempre!

¡Amén!

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