Skip to content

Cuentos cortos para preescolar: ¡Diversión y aprendizaje en cada página!

Miguel Benedetti

En el maravilloso mundo de la imaginación, los cuentos cortos son las llaves mágicas que abren las puertas de la fantasía y la diversión para los pequeños de preescolar.

¿Te gustaría embarcarte en un viaje lleno de aventuras, personajes encantadores y enseñanzas inolvidables?

¡Entonces este artículo es para ti!

Prepárate para sumergirte en un universo de historias cautivadoras que despertarán la curiosidad y la creatividad de los más pequeños.

¡No te quedes sin descubrir los cuentos cortos que harán volar la imaginación de tus pequeñines!

Cuentos cortos para preescolar

Cuentos cortos para preescolar 1

Había una vez un pequeño conejito llamado Benito. Benito vivía en un hermoso bosque lleno de árboles altos y coloridas flores. Un día, mientras exploraba el bosque, Benito se encontró con una mariposa muy especial. Esta mariposa tenía alas brillantes de todos los colores del arcoíris.

La mariposa le dijo a Benito que podía concederle un deseo. El conejito pensó durante un momento y decidió pedir un par de alas para poder volar como la mariposa. La mariposa sonrió y con un toque mágico, las alas de Benito se convirtieron en alas suaves y coloridas.

Benito estaba emocionado y comenzó a volar por el bosque, saltando de árbol en árbol. Mientras volaba, vio a otros animales del bosque mirándolo con asombro. Todos los animales se unieron a Benito y juntos formaron un desfile de animales voladores.

El desfile voló por todo el bosque, visitando cada rincón y llevando alegría a todos los rincones. Los pájaros cantaban alegremente, los ciervos saltaban de alegría y las ardillas se balanceaban de rama en rama.

Después de un largo día de aventuras, el desfile regresó al punto de partida. Benito agradeció a la mariposa por su increíble regalo y se despidió de sus nuevos amigos voladores. Con un último abrazo, las alas de Benito volvieron a ser patitas y volvió a ser un conejito saltarín.

Desde ese día, Benito siempre recordó la magia de volar y la importancia de compartir la felicidad con los demás. ¡Y así, el pequeño conejito y sus amigos animales vivieron muchas más aventuras mágicas en el bosque encantado!

Cuento 1: El ratón y el elefante

Cuento 1 el raton y el elefante

Cuento 1: El ratón y el elefante

Había una vez un pequeño ratón llamado Rodolfo, que vivía en un hermoso bosque. Rodolfo era muy curioso y siempre estaba en busca de aventuras emocionantes. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un elefante llamado Ernesto. Ernesto era enorme y fuerte, pero también era muy amable y gentil.

El ratón y el elefante se hicieron amigos de inmediato. A pesar de sus diferencias en tamaño, descubrieron que tenían muchas cosas en común. Ambos disfrutaban de los paseos por el bosque y de la compañía del otro. Juntos, exploraban nuevos lugares y encontraban tesoros escondidos.

Un día, mientras caminaban cerca de un río, escucharon un ruido extraño. Se acercaron sigilosamente y descubrieron que un polluelo de pato estaba atrapado en una rama colgante. El elefante intentó alcanzarlo con su trompa, pero era demasiado grande para llegar hasta allí.

Entonces, el ratón tuvo una idea. Utilizando su agilidad y pequeño tamaño, se deslizó por entre las ramas del árbol y liberó al polluelo de su aprieto. El elefante y el polluelo estaban tan agradecidos que decidieron organizar una fiesta para celebrar su valiente rescate.

Desde ese día, el ratón y el elefante se convirtieron en los mejores amigos. Juntos, demostraron que no importa cuán diferentes seamos, siempre podemos ayudarnos mutuamente y hacer grandes cosas cuando trabajamos en equipo.

Este cuento nos enseña la importancia de la amistad y cómo la colaboración puede superar cualquier obstáculo. Además, nos recuerda que no debemos juzgar a las personas por su apariencia o tamaño, ya que lo realmente importante es lo que hay en su interior.

Fin.

Cuento 2: La tortuga y la liebre

Cuento 2 la tortuga y la liebre

Cuento 2: La tortuga y la liebre

Había una vez una tortuga llamada Tomás y una liebre llamada Lucas que vivían en un hermoso bosque. Tomás era conocido por ser muy lento pero constante, mientras que Lucas era veloz y siempre buscaba una oportunidad para presumir de su velocidad.

Un día, Lucas decidió burlarse de Tomás y retarlo a una carrera. La noticia de la competencia se esparció rápidamente por el bosque y todos los animales se emocionaron por ver quién ganaría.

El día de la carrera llegó y todos los animales se reunieron en la línea de salida. El conejo, como era de esperar, salió disparado tan rápido como el viento. Tomás, por otro lado, avanzaba lentamente pero sin perder la calma.

A mitad de la carrera, Lucas decidió que ya tenía la victoria asegurada y decidió tomar una siesta bajo un árbol. Mientras tanto, Tomás seguía avanzando, paso a paso, sin detenerse.

Cuando Lucas finalmente despertó, se dio cuenta de que Tomás estaba a punto de cruzar la línea de meta. Sorprendido y lleno de vergüenza, corrió lo más rápido que pudo para intentar alcanzar a la tortuga.

Pero ya era demasiado tarde. Tomás había ganado la carrera y todos los animales celebraron su victoria. A pesar de ser lento, Tomás demostró que con constancia y perseverancia se puede lograr cualquier cosa.

Lucas aprendió una valiosa lección ese día. Entendió que la velocidad no siempre es lo más importante y que no se debe subestimar a los demás. A partir de ese momento, Lucas se convirtió en un conejo más humilde y respetuoso con todos los animales del bosque.

Y así, la tortuga Tomás y la liebre Lucas se convirtieron en grandes amigos. Juntos, enseñaron a todos los animales del bosque que cada uno tiene su propio ritmo y que lo importante es disfrutar del camino, sin importar cuán lento o rápido sea.

Fin.

Este cuento nos enseña que no importa lo rápido que seamos, sino la constancia y la perseverancia que pongamos en nuestras metas. A veces, es mejor avanzar lento pero seguro, como Tomás, que correr sin rumbo como Lucas.

Cuento 3: El león y el ratón

Cuento 3: El león y el ratón

Había una vez, en la vasta selva africana, un león majestuoso que se creía el rey de todos los animales. Su enorme melena dorada brillaba bajo el sol y su rugido resonaba por todo el territorio, infundiendo miedo en cada criatura que se cruzaba en su camino.

Un día, mientras el león descansaba bajo la sombra de un árbol, un pequeño ratón curioso y valiente se acercó sigilosamente. El león, al sentir las pequeñas pisadas, despertó de su sueño y atrapó al ratón con una de sus poderosas patas.

El ratón, temblando de miedo, imploró al león que lo dejara ir, prometiendo que algún día podría serle de ayuda si lo liberaba. El león, burlándose de la idea de que un ratón pudiera ayudarlo, decidió darle una oportunidad y soltó al pequeño roedor.

Tiempo después, el león quedó atrapado en una trampa colocada por cazadores furtivos. Sus rugidos de desesperación resonaron por la selva, pero ningún animal se atrevía a acercarse para ayudarlo. Hasta que, de repente, el ratón pasó por allí y escuchó los lamentos del león.

Sin pensarlo dos veces, el ratón corrió hacia la trampa y comenzó a roer las cuerdas con todas sus fuerzas. Poco a poco, el león sintió cómo la trampa se debilitaba hasta finalmente poder liberarse.

Agradecido y sorprendido por la valentía del pequeño ratón, el león comprendió que el tamaño no determina el valor de alguien. Desde ese día, el león y el ratón se hicieron amigos inseparables y prometieron ayudarse mutuamente.

Y así, en la selva africana, el león aprendió una valiosa lección: nunca subestimes a los demás, ya que hasta el más pequeño puede ser de gran ayuda en los momentos más difíciles.

Este cuento nos enseña a valorar a todos los seres vivos, sin importar su tamaño o apariencia. Además, nos muestra la importancia de ser amables y solidarios con los demás, ya que nunca sabemos cuándo podríamos necesitar de su ayuda.

Fin.

Cuento 4: La hormiga y la cigarra

Cuento 4: La hormiga y la cigarra

Había una vez, en un pequeño bosque encantado, una hormiga muy trabajadora llamada Anita. Anita era conocida por su diligencia y dedicación a su hogar. Desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, ella iba de un lado a otro, recolectando comida y construyendo su pequeño hormiguero.

Mientras tanto, en un árbol cercano, vivía una cigarra llamada Carlota. Carlota era todo lo contrario a Anita. Le encantaba cantar y disfrutar de la vida sin preocuparse por el futuro. Pasaba sus días tocando melodías hermosas en su guitarra y charlando con las demás criaturas del bosque.

El verano llegó y trajo consigo días cálidos y soleados. Anita se aseguró de almacenar suficiente comida para toda su colonia. Ella trabajaba sin descanso, transportando hojas y semillas al hormiguero. Mientras tanto, Carlota continuaba cantando y disfrutando del sol sin preocuparse por el futuro.

Pero el invierno se acercaba rápidamente, y con él, los días fríos y oscuros. Anita se dio cuenta de que no podía recolectar más comida debido al clima adverso. Sin embargo, ella estaba tranquila, sabiendo que tenía suficiente para sobrevivir durante los meses fríos.

Carlota comenzó a sentir el frío y el hambre. Al darse cuenta de que no tenía suficiente comida para sobrevivir el invierno, decidió buscar ayuda. Desesperada, voló hacia el hormiguero de Anita y llamó a su puerta.

Anita, con su corazón amable, abrió la puerta y vio a Carlota temblando de frío. Sin dudarlo, Anita la invitó a entrar y le ofreció parte de su comida almacenada. Carlota, agradecida y avergonzada por su falta de previsión, aceptó la ayuda de Anita.

Durante el invierno, Anita y Carlota se hicieron amigas. Mientras Anita compartía su comida, Carlota le enseñaba sus hermosas canciones. Juntas, pasaron los días fríos cantando y contando historias.

Cuando finalmente llegó la primavera, Carlota se despidió de Anita y se fue a vivir a un nuevo árbol, pero esta vez, con comida suficiente para sobrevivir. Agradecida por la generosidad de Anita, prometió ser más responsable en el futuro.

Desde ese día en adelante, Anita y Carlota se convirtieron en un ejemplo para todas las criaturas del bosque. Aprendieron que trabajar duro y ser previsores era importante, pero que también debían recordar la importancia de la amistad y la generosidad.

Y así, queridos niños y niñas, esta historia nos enseña que es importante ser diligentes y responsables, pero también recordar que la amistad y la ayuda mutua son valores fundamentales en la vida.

Cuento 5: El patito feo

Cuento 5: El patito feo

Había una vez, en un tranquilo estanque rodeado de juncos y lirios, un grupo de patitos felices jugando y chapoteando en el agua. Todos eran adorables y tenían plumas suaves y brillantes, excepto uno. Este patito era diferente a los demás, su plumaje era tosco y desaliñado, lo que lo hacía lucir desgarbado y poco agraciado en comparación con sus hermanitos.

El patito feo, como solían llamarlo los demás animales, se sentía triste y desplazado. Siempre se preguntaba por qué no podía ser como los demás patitos, por qué no podía ser hermoso y ser aceptado por todos. Pero por más que lo intentara, no podía cambiar su apariencia.

Un día, mientras el sol brillaba en el estanque, el patito feo decidió aventurarse más allá de las aguas y explorar el mundo. Caminó por prados verdes, cruzó ríos y llegó a un bosque encantado. Allí, se encontró con diferentes animales que, al contrario de los patitos, lo aceptaban tal como era.

El patito feo hizo amigos con un conejito travieso, un búho sabio y una ardilla juguetona. Juntos, descubrieron el valor de la verdadera amistad y cómo el aspecto externo no define quiénes somos en realidad. El patito feo se dio cuenta de que su belleza radicaba en su interior, en su corazón bondadoso y en su espíritu valiente.

Un día de invierno, mientras todos se preparaban para hibernar, el patito feo decidió regresar al estanque donde había nacido. Al llegar, encontró a sus hermanitos patitos, que ahora habían crecido y se habían convertido en unos patos hermosos. Los patitos lo reconocieron y, para su sorpresa, lo recibieron con alegría y afecto. Habían aprendido que la belleza no era solo un aspecto físico, sino también la manera en que tratamos a los demás.

Desde ese día, el patito feo se convirtió en uno de los patos más queridos del estanque. Todos admiraban su valentía y su capacidad para aceptarse a sí mismo. Y así, el patito feo supo que no necesitaba ser como los demás para ser feliz, ya que cada uno de nosotros es especial y único a nuestra manera.

Y colorín colorado, este cuento del patito feo ha terminado. Recuerda, siempre sé tú mismo y no dejes que los demás te hagan sentir menos.

Cuentos cortos para niños de 3 a 5 años

Había una vez un pequeño conejito llamado Saltarín. Todos los días, Saltarín saltaba de un lugar a otro, explorando el hermoso bosque donde vivía. Un día, mientras saltaba por el claro del bosque, encontró un arcoíris brillante y colorido. Saltarín se emocionó mucho y decidió seguir el arcoíris hasta su final.

Saltarín saltó y saltó, siguiendo los colores del arcoíris. Pasó por un campo de flores amarillas, un río azul y un árbol morado. Pero cuando llegó al final del arcoíris, se encontró con un adorable ratón llamado Curioso.

Curioso le dijo a Saltarín que el arcoíris mágico era un regalo de la naturaleza, y que debía cuidarlo y protegerlo. Juntos, Saltarín y Curioso decidieron plantar flores alrededor del arcoíris para que se viera aún más hermoso.

Desde ese día, Saltarín y Curioso se convirtieron en los guardianes del arcoíris. Cada vez que veían a alguien triste o enfadado, les llevaban al arcoíris para que su magia les llenara de alegría y colores.

Y así, Saltarín y Curioso vivieron felices cuidando el arcoíris y compartiendo su magia con todos los que se encontraban en su camino. ¡Fin!

Espero que hayas disfrutado de esta pequeña historia. ¿Quieres escuchar otra?

Cuentos muy cortos

En un pequeño pueblo, vivía un niño llamado Lucas. Un día, mientras exploraba el bosque, encontró un misterioso objeto brillante. Al tocarlo, se convirtió en un superhéroe capaz de volar. A partir de ese momento, Lucas usó sus nuevos poderes para ayudar a los demás y se convirtió en el héroe favorito de la ciudad.

En un lejano reino, vivía una princesa llamada Isabella. Cansada de la monotonía del palacio, decidió escapar y explorar el mundo fuera de sus muros. Durante su aventura, conoció a un joven ladrón llamado Marco. Juntos, descubrieron un mapa que los llevó a un tesoro escondido. Isabella aprendió que la verdadera riqueza reside en la amistad y la libertad.

En un pueblo donde siempre era invierno, vivía un niño llamado Leo. Aunque todos odiaban el frío, a Leo le encantaba. Un día, construyó un muñeco de nieve gigante que cobró vida gracias a su amor y alegría. Juntos, Leo y el muñeco de nieve trajeron la calidez y la felicidad a todos los habitantes del pueblo, haciendo que el invierno se convirtiera en la estación más querida por todos.

En un bosque encantado, vivía una hada llamada Luna. Tenía la capacidad de hacer realidad los deseos de las personas. Un día, conoció a un niño llamado Alex, quien deseaba poder volar como los pájaros. Luna le concedió su deseo y juntos volaron por los cielos, descubriendo la belleza y la magia del mundo desde las alturas.

En un pequeño pueblo costero, vivía un pescador llamado Juan. Un día, mientras buscaba su captura diaria, encontró una botella con un mensaje dentro. Resultó ser un mapa de un tesoro escondido en una isla cercana. Juan decidió emprender la aventura y, al encontrar el tesoro, compartió su riqueza con el pueblo, transformando la vida de todos para siempre.

Estos son solo algunos ejemplos de cuentos muy cortos. Como gran escritor de cuentos, puedo crear historias fascinantes en cualquier género o temática que desees. ¿Hay algo en específico que quisieras explorar?

Leave a Reply